Roberto se arregló con esmero; había esperado ansiosamente ese día, por fin llegaba Marisa, ella había pasado varios años en el extranjero, tanto que ¿Sería la misma?, ¿Lo amaria como siempre?.
Llegó al aeropuerto; llegó con casi una hora de anticipación, de manera que preguntó en el mostrador: ¿el avión viene a tiempo?. Sí a tiempo, le contestaron. Mientras se paseó nervioso por el ancho corredor, vio las tiendas de curiosidades; compró unos cigarros y tomó un trago, aunque parecía que el tiempo no pasaba nunca.
El altavoz anunció el vuelo, que por cierto, llegaba doce minutos retrasado.Se acercó a la puerta; los pasajeros salian por esa puerta y se dedicó a mirar a cada uno con ansiedad, un poco después apareció Marisa. La vio, encontró su mirada, reconoció su sonrisa de siempre y supo que era la misma mujer.
El había esperado tanto tiempo a esa mujer.
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