.:: Mi otro yo ::.
Me llamaba Armando, yo era un muchacho corriente, leía historietas, roncaba en las siestas, era corriente en todo menos en una cosa: Tenía otro yo.
Mi otro yo, usaba poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres, me incomodaba estar frente a mis amigos. Pero la otra parte de mi era melancólico debido a ello, no podía ser tan vulgar como era mi deseo.
Una tarde llegué cansado del trabajo, me quité los zapatos, moví lentamente los dedos de los pies y encendí el radio. En la radio estaba Mozart, y me dormí. Cuando desperté mi otro yo, lloraba con desconsuelo. En el primer momento, no supe que hacer pero después me rehíce e insulte concienzudamente a mi otro yo. No dije nada, pero a la mañana siguiente me había suicidado.
Al principio la muerte de mi otro yo fue un rudo golpe para mí, pero enseguida pensé que ahora si podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento me reconfortó.
Solo llevaba cinco días de luto, cuando salí a la calle con el propósito de lucir mi nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vi que se acercaban mis amigos. Eso me llenó de felicidad e inmediatamente estallé en risotadas. Sin embargo cuando pasaron junto a mí, ellos no notaron mi presencia. Para peor de males, escuché que comentaban <<pobre Armando, y pensar que parecía tan fuerte y saludable>>
No tuve más remedio que dejar de reír y al mismo tiempo, sentí a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pude sentir auténtica melancolía porque toda la melancolía se la había llevado mi otro yo.
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